LAS "YEGUAS" DE LA POLÍTICA EN TIERRA DEL FUEGO


Pero en la política local también fue pionera la ushuaiense Esther Fadúl (1915-2011) que en 1951 fue elegida representante de la provincia en la Cámara de Diputados, en la primera elección en la que las mujeres pudieron votar y ser votadas. Se convirtió así en la primera fueguina en ser electa para un cargo federal. Fue tres veces parlamentaria nacional por Tierra del Fuego, delegada por el Territorio Nacional en 1952, diputada en 1954 y 1973. 


 


Con el pasar del tiempo, fueron accediendo muchas mujeres a cargos legislativos (gracias a la ley de cupo), pero debieron pasar más de 50 años para que una mujer llegara mediante una elección al cargo ejecutivo máximo en una provincia argentina. Fue en 2007, que Fabiana Ríos llegó a ser la primera mujer gobernadora del país. Durante ocho años dirigió Tierra del Fuego, antes fue legisladora y diputada nacional.


En las elecciones de 2011 Ríos se presentó para ser reelecta en el cargo, su principal oponente fue Rosana Bertone que ganó en primera vuelta pero no consiguió mantener la diferencia en el balotaje. En el 2015 Rosana Bertone, se volvió a presentar y resultó electa gobernadora luego de haber sido diputada y senadora. 


 


Se cumplirán así, al final del mandato de Bertone, doce años de gobierno de una mujer en la provincia. Una podría pensar que esto ha permitido zanjar las diferencias de derechos y oportunidades, por lo menos en el plano de la política, entre hombres y mujeres. Pero al consultar a la Socióloga, especialista en cuestiones de género de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Andrea Ozamiz, ella explica “que  la sociedad en la que vivimos es una sociedad Patriarcal, que implica un modo particular de estructurar las relaciones sociales, basada en  una desigual distribución del poder entre varones y mujeres, y la  subordinación de las segundas a los primeros. En este marco, se comprende que las conductas socialmente esperadas de las mujeres difieren mucho de la de los varones. La principal función asignada a las mujeres es la tarea de reproducción y cuidado, con fuerte predominio en el mundo privado, doméstico, mientras se reserva al varón el predominio en el ámbito público. A partir de ello,  se cimientan las exigencias  desiguales hacia las  mujeres en todos los ámbitos, fuente de múltiples  desigualdades: sociales, culturales, económicas y políticas, entre los géneros.”


 


“En los ejecutivos, las mujeres que hemos tenido el honor de representar a nuestros partidos, hemos sido calificadas como en general se califica a la mujer. Cuando una mujer demuestra determinadas características que tienen que ver con su carácter, decisión, responsabilidad, no hay un adjetivo genérico, hay un adjetivo de género. Si sos hombre sos determinado, firme, inclaudicable, el adjetivo vinculado a la virtud tiene que ver con lo masculino. Si es una mujer la que tiene esos mismos atributos es histérica, loca, y otras cuestiones que tienen que ver con la vida personal de las mujeres en cuanto a si tienen o no tienen pareja; o de lo contrario te masculinizan: seguro que es lesbiana, o no le va bien en el matrimonio” cuenta Ríos sobre su experiencia.


 


La socióloga Ozamiz explica que los calificativos y descalificativos sobre hombres y mujeres cambian porque “visibilizan  la desigualdad social que existe. En general, las críticas a las mujeres se basan en argumentos que tienden a descalificarlas por su condición de tales, y continuar naturalizando su subordinación.” 


Consultada Ríos sobre su experiencia como gobernadora contó “fue durísimo, sin victimizarme, con gente bastante más incapaz que uno, no usaron los adjetivos que usaron conmigo, solo porque los que me precedieron eran varones. Salvando las distancias, responsabilidades y magnitud, le ha pasado a Cristina Fernández, a Michelle Bachelet, a Dilma Rousseff. Le ha pasado a cualquier mujer que ha intentado asumir una responsabilidad pública”. 


 


La ONG Participación Ciudadana también ha analizado este fenómeno, su director Guillermo Worman aclara “el ejercicio del poder está estigmatizado con la masculinidad. Incluso los términos de conducción tienen formato masculino: presidente, secretario, ministro, gerente, entre otros. La mujer tiene la carga extraordinaria de demostrar que tiene capacidad, al menos, de ejercer el poder al mismo nivel que los hombres.” 


 


Fabiana Ríos cuenta que también ha vivido la descalificación desde lo físico, “me han criticado la manera de peinarme, pintarme, vestirme; la verdad es que a nadie se le ocurre ver si un señor repitió el traje, sea legislador, diputado, gobernador o presidente. Pero si una señora que es gobernadora, presidenta o legisladora, se le ocurre ponerse determinada cosa, la banalización, la cuestión del objeto decorativo de la mujer sale a relucir inmediatamente, si estas gorda, flaca, pintada o no, peinada o despeinada. Una vez, cuando me corte el pelo, salí en la tapa de un diario, porque me había cortado el cabello. ¿Me podes decir cuál era la noticia? Yo no podía creerlo”. Y aquí, además de ver cómo actuamos como sociedad podemos comprender cómo los medios de comunicación repetimos estereotipos hasta el hartazgo.


 


Pero eso no fue todo, en un programa periodístico en diálogo con la actual Gobernadora Rosana Bertone, se la describió a Ríos como masculina, por usar pantalones y pelo corto. La Secretaría de Derechos Humanos realizó una presentación ante el Instituto Nacional contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia (Inadi), que determinó que se trató de un acto discriminatorio. “Sostenían en esta entrevista el estereotipo de una única manera de ser mujer”, dijo Ríos.


 


Consultada sobre este hecho, la actual Gobernadora Rosana Bertone expresó «me preguntaron cuestiones vinculadas a la mujer y yo contesté como contesto siempre, con mucho respeto hacia la gobernadora, tanto en lo público como en lo privado. No puedo dejar, como mujer que soy, de representar a las mujeres de Tierra del Fuego, sobre todo a aquellas que pelean la vida en absoluta soledad». «Le quito trascendencia -dijo sobre este episodio- porque creo que un funcionario público no puede tener semejante nivel de susceptibilidad. A mi me dicen barbaridades, me dicen gorda, cualquier cosa me dicen. No son cuestiones que me gusten, pero sé que estoy expuesta y trato de actuar con mesura y tolerancia», finalizó.


 


Este 15 de julio, la Gobernadora Bertone firmó el decreto que autolimita las facultades para indultar o conmutar en forma individual y en casos excepcionales, las penas impuestas dentro de la jurisdicción provincial, para que no puedan verse beneficiados aquellos condenados por delitos vinculados a la violencia de género.


 


Durante su gestión, Fabiana Ríos conmutó la pena de dos hombres, de Sergio Amador López en 2012 condenado por asesinar a un bebé  y la de Juan Pablo Rojas en 2014 condenado a reclusión perpetua por la violación y asesinato de Eva Noelia Sánchez. En ambos casos la conmutación fue de cadena perpetua a 25 años de prisión.


 


Consultada al respecto Ríos afirmó “es un decreto que solo tiene alcance a quien lo suscribe, que me parece tiene como objetivo hacer pública una decisión que puede ejercer sin ese decreto. Que no modifica nada porque tanto las conmutaciones de pena como los indultos son hechos extraordinarios que no tienen que ver con el delito por el cual está imputada una persona, sino  con la conducta en el cumplimiento de una pena. La conmutación de penas y los indultos no cambian la caratula ni la imputación del delito sino que, a partir del pedido del interno, con la evaluación de los peritos y del Superior Tribunal, se evalúa la conducta de socialización y de reinserción que es el objeto de la privación de la libertad”.  


 


Fabiana Ríos y Rosana Bertone son de esas yeguas, que ocupando el lugar que ocupan mediante el voto popular, debieron -como otras- soportar insultos, discriminación y subestimación principalmente por su condición de mujer. Porque se puede estar en desacuerdo con el rumbo político elegido utilizando argumentos de peso, pero si estos recaen en el corte de pelo, el peso, la manera de vestir, la sexualidad, seguiremos perdiendo la posibilidad de enriquecer nuestros puntos de vista, de salir de los estereotipos que nos doblegan,  obligan y no nos permiten avanzar. Así mismo, no podemos dejar de ver que aunque una mujer ocupe el puesto máximo de mando de una provincia esto no quiere decir que todas sus decisiones sean tomadas con perspectiva de género, aunque pareciera que vamos por buen camino.


 


*Este artículo fue producido en el marco del taller virtual de escritura periodística con perspectiva de género «Periodimo con G», que dicta Sonia Santoro.