El informe señala que la discapacidad es una cuestión invisibilizada por la tevé pese a que casi el 13 por ciento de la población del país es discapacitada. Se observó gran cantidad de estereotipos. Más de la mitad de las apariciones corresponde a varones.
Por Sonia Santoro
“Extreme makeover” muestra a una persona en silla de ruedas mientras suena una música emotiva hasta el empalago. En el canal HTV le hacen una nota a una mujer a quien le faltan los brazos y la titulan “La sorprendente historia de Adriana Macías. Tocada por la mano de Dios”. Susana Giménez habla de “una historia de vida inigualable”, la de Nick Vujicic, predicador sin brazos ni piernas. Marcelo Tinelli, como si de una corte de la Edad Media se tratase, apela al entretenimiento con “bufones” de todos los tamaños y diversidades. El 64,8 por ciento de los contenidos de la TV argentina representa las discapacidades de manera espectacular y paternalista, “asumiendo posturas desde una mirada compasiva, caritativa o que le imprime una gran carga emotiva”. Además, “se enaltecen características personales e individuales, en desmedro de borrar las barreras que impiden su inclusión social”. Para las mujeres con discapacidad, la situación es peor: a pesar de que son más en el país, se las ve la mitad de las veces que a los varones con discapacidad en la TV. Estas son algunas de las conclusiones del Monitoreo de las Discapacidades en la TV presentado ayer en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, por el Observatorio de la Discriminación en Radio y TV coordinado por la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), con el asesoramiento del Instituto contra la Xenofobia y el Racismo (Inadi) y el Consejo Nacional de las Mujeres.
El monitoreo parte de considerar los reclamos de las personas con discapacidad que en los últimos años, en distintas instancias, plantearon “sentirse poco representadas por los medios de comunicación, cargadas de estereotipos y caracterizadas frecuentemente a través de un modo paternalista”. Esta invisibilización contrasta con los datos obtenidos de acuerdo con el Censo 2010 que estableció que en Argentina existen 5.114.190 personas con discapacidad sobre una población de 40.117.096, o sea, 12,7 por ciento del total. Pero más allá de la poca visibilidad, preocupa que “se suelen reproducir estereotipos que poco tienen que ver con la visión social que sostiene la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad ni con los nuevos paradigmas de derechos humanos”, dice el informe.
La visualización se llevó a cabo entre el 10 de marzo y el 11 de abril de este año. Se observó una semana completa de lunes a viernes de los cinco canales de aire (América TV, TV Pública, Canal 9, Telefe y El 13) con su programación completa entre las 8 y las 24. Lo que dio un total de 400 horas visualizadas de programas de ficción, noticieros, avances de programas y publicidades, entre otros géneros. En esas horas, aparecieron mensajes o contenidos sobre discapacidad en 176 oportunidades.
“A lo largo de casi ocho años de existencia, el Observatorio de la Discriminación en Radio y TV fue realizando distintos monitoreos acerca de los modos que adquiere la visibilización mediática de distintos grupos vulnerados”, explica Myriam Pelazas, coordinadora del Observatorio de la Discriminación en Radio y TV por la Afsca. Por ejemplo, el año pasado analizaron cómo aparecían las noticias sobre violencia contra las mujeres en los noticieros. “En ese informe entendimos que era prioritario ver también qué representaciones se hacen sobre las personas con discapacidad en la tevé. Porque además se han cumplido cinco años de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y éste ha sido un sector absolutamente movilizado en torno de la defensa de sus derechos al momento de la discusión de este proyecto de ley”, dice.
Qué se encontró
Más allá de la poca visibilidad, el monitoreo da cuenta de gran cantidad de estereotipos asociados a las personas con discapacidad: infantiles, asexuados/as, dependientes, improductivos/as, santos/as, malvados/as, resentidos/as, vengativos/as, ventajeros/as, manipuladores/as, superhéroes, etcétera.
A pesar de los avances normativos, los medios siguen respondiendo a paradigmas antiguos. La mayor parte de las apariciones, 64,8 por ciento, responden a lo que se conoce como “modelo de prescindencia” (“La característica principal presente en este submodelo es la exclusión, ya sea como consecuencia de subestimar a las personas con discapacidad y considerarlas objeto de compasión, o como consecuencia del temor o el rechazo por creerlas objeto de maleficios o la advertencia de un peligro inminente”) y del “modelo médico”, por el que las personas con discapacidad suelen ser convocadas para hablar de sus vidas, pero luego el saber es aportado por un/a médico/a o psicólogo/a. Mientras que sólo en un 24,4 por ciento se identificó con un tratamiento desde el “modelo social o de derechos”, que plantea que “no son las limitaciones individuales las raíces del problema, sino las limitaciones de la propia sociedad, que genera obstáculos físicos y sociales que no tienen en cuenta a todos/as las personas. En la interacción entre la limitación funcional y el medio discapacitante se genera la discapacidad”. Como ejemplos del modelo social en las producciones televisivas destacaron la columna del noticiero Visión 7 conducida por una periodista con discapacidad, Verónica González Bonet.
Menos mujeres
El informe viene a confirmar también la doble discriminación que sufren las mujeres con discapacidad. Analizando el género de quienes aparecen en los mensajes, se observa que los varones aparecen en un 52,2 por ciento de los casos, mientras que las mujeres en un 25,6. El resto (21,6) se presenta bajo la categoría “abordaje transversal” que abarca aquellos contenidos en los que no se especificaba ningún género.
Los datos por sí mismos dan cuenta de una diferencia de visibilidad entre géneros importante, más aún si se compara con los del Censo 2010 que revela que entre la población con discapacidad (12,7 del total) hay un predominio de mujeres: 56 por ciento, contra un 44 de varones. “De todas maneras podría decirse que en la muestra no aparecen grandes diferenciaciones entre la representación de las personas con discapacidad en relación con si son mujeres o varones”, se explica en el informe. Sobre las relaciones de género y la discapacidad encontradas “se hallaron varios casos en los que se atribuye a una mujer una discapacidad a modo de insulto” como sorda o ciega, por ejemplo. Llamó la atención de las investigadoras que cuando una persona con discapacidad aparecía al cuidado de alguien siempre se trataba de un varón con discapacidad siendo cuidado por una mujer, reforzando el rol tradicionalmente asignado. Además, más allá de los prejuicios y de lo comunicacional, existen también desigualdades pronunciadas entre mujeres y varones con discapacidad: “A nivel mundial en el caso de las mujeres con discapacidad hay un mayor índice de analfabetismo; niveles educativos más bajos; menor actividad laboral y puestos de trabajo de menor responsabilidad y menos remunerados”.
El informe aborda además los problemas que se presentan con el lenguaje que “desde la lógica del espectáculo los medios naturalizan y fomentan la agresividad a través del insulto”. “El lenguaje tiene la capacidad de condicionar la representación mental de cualquier realidad, por eso los adjetivos sustantivados como minusválido, incapaz o discapacitado deben evitarse para superar la concepción de enfermo o paciente”, recomiendan.
Otro de los puntos es el de los métodos para hacer accesible la TV para las personas con discapacidad. En este sentido, Pelazas destacó que a nivel técnico “se está cumpliendo bastante acabadamente con lo que estipula el artículo 66 de Accesibilidad (ley de medios), para que por fin lo que se difunde en la tevé llegue a este colectivo” (ver aparte). Sin embargo, mostró preocupación y sorpresa porque se sigan replicando “viejos esquemas para tratar estas cuestiones”, porque “así como en el monitoreo sobre violencia contra las mujeres las noticias sobre el tema aparecían de manera morbosa, aquí a veces esto también se da y sobre todo que se ofrece la temática desde una perspectiva paternalista que no va de la mano con una comunicación cuyo paradigma son los derechos humanos y el reconocimiento de la autonomía de cada quien”.
A favor, señaló “que hay interés en cambiar, que la mayor parte de las veces se trata del puro desconocimiento por eso confío en que insumos como éste puedan servir para tratar de cambiar la realidad comunicacional”. Además de monitorear, la investigación finaliza con algunas recomendaciones para los canales de televisión. Entre ellas:
- Incluir a las personas con discapacidades como parte de la población general en todo tipo de géneros televisivos y no sólo en las que la discapacidad es el tema central.
- Ofrecer una imagen activa y no desde una mirada asistencialista.
- Evitar el sensacionalismo, golpe bajo o melodrama.
- No subestimar ni sobreestimar a las personas con discapacidad. Desterrar las actitudes paternalistas.
- No asociar de forma directa enfermedad y discapacidad.
- No utilizar la discapacidad como descalificación, insulto o burla.
- Evitar el lenguaje discriminatorio y estigmatizante que ponga énfasis sobre la discapacidad antes que en la condición de persona. Utilizar la denominación de “persona con discapacidad” en lugar de “sordo”, “ciego”.
La accesibilidad inaccesible
Desde 2010, en cumplimiento de la Ley 26.522, los canales empezaron a incorporar o intensificaron progresivamente los distintos sistemas de accesibilidad para personas con discapacidad, como la lengua de señas y el subtitulado oculto. “Los canales de TV abierta actualmente difunden contenidos de programación durante una franja que varía entre las 18 y las 24 horas diarias. La TV Pública, Canal 9, Telefe y Canal 13 proporcionan la herramienta de subtitulado oculto durante el total de horas de su programación. Por el contrario, Canal 2 América se encuentra lejos de alcanzar lo estipulado por la normativa, al trasmitir un promedio de seis horas diarias con subtitulado oculto”, explica el informe.
En cuanto a la lengua de señas, TV Pública y Canal 9 cumplen con las cinco horas diarias requeridas a la fecha. La primera alcanza hasta siete y nueve horas por día. Nuevamente, “en la situación opuesta se ubica Canal 2 América, que presenta un escaso promedio de 2,30 horas por día, ofrecido sólo durante la transmisión del informativo Buenos días América y el programa infantil Animérica”. Por otra parte, Canal 13 presenta cuatro horas por día, pero no prioriza la cobertura de los informativos en ninguna de las tres ediciones diarias, algo que indica la ley. Algo similar ocurre con Telefe, que transmite con lengua de señas “un promedio de 3,30 horas diarias, de las cuales ninguna coincide con la emisión de noticieros”.