COMPOSICIÓN-TEMA: MUJER Y MATERNIDAD

Llevo un libro escrito sobre el tema y cada día se van escribiendo nuevas páginas invisibles en el cotidiano con mis dos hijos, con mi pareja, con los mandatos de los que todavía, -y a pesar que para muchas mujeres soy casi revolucionaria por trabajar, viajar, tener un compañero que está muy presente en la crianza- están vigentes. Demasiado para mi gusto.
 
Por Sonia Santoro*
El “mes de la mujer” es también el de comienzo de clases, vuelta de las vacaciones, comienzo de año. ¿Cómo hacer para no olvidarte de comprar el libro de matemáticas o las hojas cuadriculadas tamaño A4? El día previo a comenzar las clases, siempre es un estrés. A la noche, me di cuenta que me había olvidado de comprar un cuaderno. Mi hijo mayor se puso a llorar porque lo iban a retar por no llevar cosas. Yo, a pesar de que ya está en sexto grado, y de que me desgañité tratando de llegar con todo lo necesario, mientras trabajaba, organizaba actividades en torno al 8 de marzo, mientras soy feminista, me cuestioné el no haber podido, el haberme olvidado, el haberme dejado estar para a último momento repasar si estaba todo en orden.
Por eso es que digo que los mandatos de la maternidad natural y divina -estado que supuestamente todas las mujeres deseamos naturalmente-, siguen teniendo sus músculos tensos, listos para reaccionar cuando menos lo imaginamos; sobre todo ahí, en el mundo privado, íntimo, pero tan político, cuando todavía nos preguntamos en silencio (si es que tenemos la suerte de no tener a alguien que nos lo recuerde) si estamos haciendo las cosas bien.
Mis hijos saben que su mamá es una defensora de los derechos de las mujeres y este tópico es casi un punto de chiste en la familia.
-Ya está la feminista- me dicen cuando empiezo hablar sobre el tema. Y entonces me pregunto, esta vez en el sentido que sí me importa, si estaré haciendo las cosas bien. También cuando escucho que el mayor le dice al más chico:
-Marica, dejá de llorar.
Dudas. La maternidad es una serie de incógnitas todavía. ¿Cómo serán esos hijos varones que estoy criando cuando sean adultos? ¿Querrán una mujer abnegada esperándolos con la comidita en casa? O habré logrado (con la ayuda de los avances del colectivo de mujeres y feminista, cómo obviarlo) que consideren a sus parejas como pares.
Hay algo que me ilumina. Mientas escribo, mi hijo está comiendo brownies. Es un fanático de los cuadraditos de chocolate. Pero no solo le gusta comerlos. Le encanta prepararlos él solo. Los últimos días, tarde por medio, agarra la caja que ya me hizo comprar en el supermercado y sigue las instrucciones hasta lograr los tan deseados brownies.
Ese gesto me enorgullece. Es un nene, será un varón adulto dentro de poco, y es muy natural para él ponerse a cocinar cuando tiene ganas de comer algo. Lo personal es político ¿se acuerdan?
 
*Artículo publicado en el Dossier de Género de la UTPBA