Infancias entre pantallas. Las nuevas tecnologías y los chicos (Editorial Capital Intelectual) estudia las infancias urbanas escolarizadas en relación con la computadora, la televisión, los celulares y las recién estrenadas tablets. Carolina Duek, investigadora dela problemática infantil, responde a preguntas decisivas. ¿Qué hacen los niños con lo que ven en las pantallas? ¿Cómo utilizan esa cantidad inmensa de datos en la interacción con sus pares? ¿Cuál es la imagen que tienen de la tecnología y sus usos? La autora alcanza a establecer un diagnóstico orientador del panorama y ofrece pautas alejadas de ideas esquemáticas o conservadoras. Ofrecemos un adelanto.
«Infancias entre pantallas es un diagnóstico y un problema a analizar. Decimos diagnóstico porque la relación entre los chicos y las pantallas con las cuales conviven es un hecho evidente.
Vale aclarar que nuestro campo de análisis se centra en las infancias urbanas escolarizadas. Lo primero que afirmamos es que entre los observadores, la computadora, la televisión, los celulares y las recién estrenadas tablets existen diversos tipos de relaciones. Es en función de las diferentes maneras que asume ese vínculo donde encontramos el problema a analizar en las páginas siguientes. ¿Qué hacen los chicos con lo que ven en las pantallas? ¿Cómo utilizan (o no) esa cantidad inmensa de datos en la interacción con sus pares? ¿Cuál es la imagen que tienen de la tecnología y sus usos? ¿Qué lugar ocupan los medios y los nuevos dispositivos tecnológicos en
la vida cotidiana y los deseos de los más chicos? Estas preguntas van a ordenar el recorrido. El objetivo es proponer una serie de reflexiones que ayuden a armar un mapa de las infancias contemporáneas. La propuesta es analizar tanto la oferta como las interpretaciones que los más chicos hacen de aquello que reciben. Por ejemplo: ¿juegan a imitar personajes de la televisión? ¿Qué rasgos, conductas, interacciones o estilos adoptan? ¿Cómo utilizan la computadora y el celular?
Lejos de posturas que siguen sosteniendo que los más chicos son idiotizados, embobados, casi consumidos por la televisión y la computadora, nuestra manera de abordar el tema se organiza en torno a una convicción: los medios de comunicación son grandes generadores de discursos que los receptores reinterpretan continuamente. Sorprende que luego de una década de iniciado el siglo XXI encontremos posturas que ubican a los sujetos (no solamente a los menores) como una especie de entes pasivos frente a los medios. Es necesario que llevemos a cabo un análisis para ver de qué modos se presentan y muestran las infancias, qué acciones y prácticas les adjudican y cómo se representan. Partimos de representación, un concepto central.
Representar es poner algo en lugar de otra cosa. Es una acción que consiste en ordenar la información de un modo y no de otro. Dado que es un concepto clave, vamos a abordarlo a lo largo del libro para proponer definiciones y ejemplos.
¿Los chicos analizados acá van a la escuela? ¿Hacen la tarea? ¿Usan uniforme o el guardapolvo blanco característico de la escuela pública? ¿Cuál es el rol de los adultos que los acompañan? Estas preguntas nos van a ayudar a desarticular el nudo central del libro. Nos preocupa y nos ocupa identificar las estrategias que el mercado pone en circulación para el mundo infantil.
Nos interesa presentar casos y testimonios para construir una mirada sobre un terreno tan interesante como problemático. No podemos analizar solamente los mensajes que se orientan a los más chicos, sino que, para completar el panorama, hace falta escuchar lo que ellos tienen para decir, contar o analizar. Sobre estos elementos organizaremos un análisis cuyo objetivo es contribuir a la reflexión acerca de los nuevos entornos comunicativos en los que las infancias contemporáneas urbanas se desarrollan, crecen y producen significados.
Veremos la relación entre las infancias y las pantallas desde una postura conceptual. Hablamos de infancias y no de infancia porque, como dice la investigadora Sandra Carli, sostener la existencia de infancias es reconocer diferentes trayectorias sociales, culturales, económicas y hasta políticas que imprimen distintos caminos, posibilidades y limitaciones. La desigualdad existente en el mundo se ve también en los modos en que las infancias se desarrollan. Es por ello que no podemos hablar de “la infancia” como una manera única de transitar los primeros años de vida.
El acuerdo que existe entre muchos investigadores es que la infancia es una construcción cultural (descartando cualquier explicación biológica o fisiológica) y las formas que asume están íntimamente relacionadas con las condiciones materiales y simbólicas de existencia. Estas incluyen naturalmente las posibilidades de ir a la escuela, la relación con pares, pero también el tipo de familia a la que pertenecen los chicos, sus experiencias y vinculaciones con diversas instituciones.
Para completar faltaría precisar el sentido, aludido en el título del libro, del concepto entre pantallas. Podríamos haber titulado Infancias y pantallas o Infancias con pantallas. La elección de la preposición entre está vinculada con la definición que utilizamos para presentar las infancias. Ubicarlas entre las pantallas es una manera de caracterizar una relación contemporánea. Niñas y niños atraviesan sus días en íntima relación con los medios y las nuevas tecnologías disponibles. ¿A qué nos referimos con disponibles? A que en ese campo se ha producido, a lo largo de los últimos veinte años, una serie de transformaciones tanto en la emisión como en la recepción. Pensemos solamente este ejemplo: de la televisión abierta gratuita con cinco canales disponibles que se captaban con antena hemos pasado a la oferta de televisión de alta definición emitida a través del cable y con abono. El cambio se dio en un lapso muy corto: aproximadamente 25 años separan la expansión analógica del cable y su digitalización. Entonces, cuando hablamos de disponibilidad, no lo hacemos en el sentido de qué aparatos o sistemas de cable hay en las casas, sino de cómo se compone el entorno comunicativo en el que se desarrolla la vida cotidiana. No se trata ya de la presencia ostensible de computadoras en las casas, sino de que sean conocidas y reconocidas, y que, en algunos casos, tenerlas se convierta en un deseo.
En esa línea abordamos la noción de disponibilidad: un conocimiento de la oferta del mercado y una consecuente construcción de un deseo en función de ella. La idea es indagar acerca de cómo se fomenta el consumo a través de publicidades y “sugerencias enfáticas” por parte de los medios y de qué modos se va formando un deseo, las ganas de tener algo por parte de los más chicos. Si bien no vamos a centrarnos en las transformaciones de los medios y las nuevas tecnologías, existen dos procesos cruciales para abordar la cuestión: la miniaturización de los dispositivos de recepción y las transformaciones (tecnológicas y culturales) de la emisión.
Vamos por partes. Decimos miniaturización de los dispositivos de recepción para referirnos a los reproductores de música en MP3, las computadoras portátiles, las tabletas, los celulares con cada vez más funciones, las consolas de juego, etcétera. La capacidad de almacenamiento es cada vez mayor en espacios físicos cada vez más reducidos (pensemos, por ejemplo, en el iPod Touch 4, el último reproductor de MP3 y MP4 de Apple que almacena la misma cantidad de información que una computadora y pesa 101 gramos solamente). El mercado ya nos tiene acostumbrados a estas innovaciones: un usuario actualizado no se sorprende tanto, ya que parece que cada vez es más natural o esperable el mejoramiento de la capacidad junto con una disminución del peso y el tamaño del aparato involucrado. Miniaturización, el primer proceso crucial para entender el núcleo del presente libro.
Estos cambios veloces vienen acompañados de otro proceso que llamamos las transformaciones tecnológicas y culturales de la emisión. ¿A qué nos referimos? Por un lado, estamos identificando otras maneras de circulación del caudal informativo. Desde los comienzos de la prensa escrita hasta la existencia de la web, hubo transformaciones notables en la forma en la que los mensajes se construyen, se ponen en circulación y, en un segundo momento, se reciben e interpretan. La aparente accesibilidad es un elemento importante a tener en cuenta. ¿Cómo acceder a la información que quiero, me interesa o necesito? ¿Quién aprende y a través de qué mecanismos se ponen en conocimiento las maneras de acceder a la información? Estas preguntas y las posibles respuestas permiten ver la manera en que las infancias se relacionan con las pantallas como usuarios activos en busca de la información necesaria para hacer la tarea, para pasar de nivel en un juego o para entender algo que no terminaron de comprender en casa, en la escuela o de la televisión.
(…)
En una segunda parte vamos a estudiar algunos programas que seleccionamos a manera de ilustración. A su vez, observaremos las representaciones infantiles en los medios, es decir, cómo se muestra a los más chicos, qué acciones están asociadas con ellos y cómo se relacionan con sus pares, con los adultos y el entorno.
En el segundo capítulo nos vamos a centrar en el juego infantil en el marco de la relación con y entre las pantallas que caracterizaremos en el capítulo uno. Analizar los juegos infantiles y la oferta de juguetes del mercado nos abrirá un campo de estudio más que fructífero para abordar las infancias contemporáneas. ¿A qué jugamos? Es siempre una puerta de entrada a las configuraciones culturales existentes y un interesante modo de analizar la manera en que los discursos que rodean a los más chicos se ponen “en juego” en cada interacción, en cada chiste, en cada nuevo entretenimiento.
En el tercer capítulo cerraremos el arco de análisis de la oferta televisiva y los modos en que esta se orienta a la presentación de normas, valores y modos esperables de ser de los más chicos. Veremos cómo los programas se organizan en pos de “educar” a los niños con un guiño especial dirigido a los padres o a los adultos significativos. En algunos casos presentaremos fragmentos de testimonios recabados a lo largo de muchos años de investigación para ver cómo algunos niños y niñas hablan de sus gustos, preferencias y de su relación con los medios masivos. Estos últimos son agentes poderosos en la imposición de modelos de acción, de conducta, de normas y de estereotipos; pero los chicos son sujetos activos que producen permanentemente discursos y acciones creativas en función de lo que oyen, ven y reciben. Es por ello que abordamos no solo los medios de comunicación, sino también los juegos como manera de acercarnos a dos de las instancias más relevantes y, a la vez, más productivas de la cotidianeidad infantil.
El último capítulo está dedicado a las conclusiones de todo el desarrollo previo y a la presentación de nuevas preguntas para seguir pensando y analizando la relación de las infancias entre pantallas, pero también, por qué no, de nuestra propia relación con las pantallas y las infancias que nos rodean.»