Una mujer quiso volver a trabajar después de haber tenido un hijo y se encontró con todas las trabas existentes en el mundo laboral. En una carta reclama al Congreso medidas básicas para mejorar la vida de madres y niños/as: jardines maternales, espacios limpios para poder extraer la leche, horarios laborales flexibles, entre otras cosas. Aquí la reproducimos.
Por Julieta Antonelli*
Estimados miembros del Congreso Nacional:
Mi nombre es Julieta Antonelli y soy una mamá que trabaja. A los cinco meses de edad de mi bebé regresé a mis tareas laborales luego de mi licencia por maternidad. Mi hijo se alimentaba de leche materna de manera exclusiva y es sano y fuerte, pero instalar la lactancia no fue una tarea fácil. En ese camino que me tocó transitar tuve dos mastitis, concurrí a varios médicos que sostenían que lo mejor para mi hijo era la leche materna pero que le diera leche de fórmula porque yo no iba a poder amamantarlo. Me contacté con una puericultora, quien resolvió con paciencia y sabiduría cada una de las dificultades que tuve con mis pechos y hoy en día sigo trabajando con ella para sostener la lactancia con técnicas que incluyen masajes, paños calientes, sacaleches, concentración etc. Es un proceso cansador a veces, pero inmensamente satisfactorio a la hora de alimentar a mi hijo con lo mejor de mí.
Le escribo porque al regresar a mi trabajo le comenté mi situación a mis coordinadores para poder encontrar la mejor manera de organizar la tarea sin dejar de amamantar a mi hijo, pero no fue posible. Me acerqué entonces al organismo del que depende mi Programa, allí me dijeron que debía arreglarlo con el médico laboral, me entrevisté con dicho médico pero tampoco pudo resolverlo. Fui entonces al gremio, quienes me asesoraron en las posibilidades que tenía, pero ninguna contemplaba sostener la lactancia mientras desarrollaba mis tareas.
Yo soy Licenciada en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Trabajo en el Programa Club de Ciencias, que depende de la Gerencia Operativa de Escuelas Abiertas del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Son talleres que funcionan en los laboratorios escuelas primarias públicas de la ciudad y a los que asisten chicos voluntariamente fuera del horario escolar. Amo profundamente mi trabajo, allí utilizo todo lo que aprendí gracias a la educación pública. Por este motivo de ninguna manera mi intención era no trabajar, sino adaptar las condiciones para que yo pudiera sostener la lactancia materna. Finalmente volví a mis tareas laborales. Cada cuatro horas debía extraerme leche, y como en las escuelas no hay lugares privados para tal fin lo hice en las salas de maestros, con todas las incomodidades que eso conlleva.
Luego de tres semanas en las que mi hijo lloraba de hambre y rechazaba la leche de fórmula su pediatra confeccionó un certificado con el que tramité una nueva licencia para mantener su alimentación natural.
El Estatuto Docente actual de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires contempla una hora diaria de reducción laboral. Suponer que dicha reducción soluciona la alimentación de los bebés es desconocer completamente la fisiología y el desarrollo saludable de los humanos.
El día 3 de julio de 2013 se promulgó la Ley 26.873 de Promoción de la lactancia materna, lo cual significa un gran avance en el tema. Sin embargo entre sus objetivos no se menciona explícitamente alguna acción directa sobre la situación laboral de las madres puérperas o alguna posible solución a las problemáticas a las que se enfrentan las mujeres trabajadoras para sostener la lactancia una vez finalizada la limitada licencia por maternidad.
La solución para muchos de los inconvenientes a los que las madres recientes nos enfrentamos suele ser simple; espacios privados y limpios para la extracción de leche y su conservación, jardines maternales cercanos a los lugares de trabajo, cambios momentáneos de sedes laborales, aumento de licencias por lactancia exclusiva, horarios flexibles, etc. Estos cambios, lejos de significar una baja en la productividad laboral, se traducirían en futuros adultos sanos física e intelectualmente, y menor incidencia de ausentismo de sus madres, ya que los bebés alimentados con leche materna, se enferman mucho menos.
Quisiera que estos temas se pusieran en discusión en el Congreso para su tratamiento con casos reales de madres que no han podido resolver estos inconvenientes y han tenido que renunciar a uno de los mayores tesoros que tenemos las madres para nuestros hijos, que es la leche materna. Quedo a su entera disposición para lo que se necesite. Por último agrego que soy integrante de un grupo de asesoramiento y contención para mujeres que desean amamantar a sus hijos llamado “Ñu Ñu”, y que sus miembros están en conocimiento del contenido de esta carta y dispuestos a colaborar en lo que sea necesario. Desde ya muchas gracias, los saluda atentamente
*Licenciada en Ciencias Biológicas
Universidad de Buenos Aires
e-mail: juliarawana@hotmail.com