LAS POLÍTICAS DE CUIDADO EN AGENDA

Llevar a los chicos a la escuela, cuidar a la abuela, limpiar el baño, cocinar, hacer las compras, lavar, planchar, coordinar los horarios de todos y todas, trabajar fuera de la casa… El día a día abruma a las mujeres. ¿Pero es solo un problema de ellas? ¡De ninguna manera! Dos investigaciones de reciente aparición, sumadas a la encuesta del INDEC sobre el uso del tiempo en mujeres y varones, permiten instalar la llamadas “políticas de cuidado” en la agenda pública. Sociedad civil, Naciones Unidas y Estado Nacional trabajando en un tema imprescindible para alcanzar la igualdad real.
 
Por Sonia Santoro
El movimiento feministas y los organismos y tratados internacionales vienen planteando hace rato que el trabajo invisible que ocurre dentro y alrededor de un hogar, no solo no es un problema de las mujeres, sino que los hombres también tienen que hacerse cargo de estas cuestiones. Y además, que tampoco es un problema que incumbe solo a las familias, sino que el Estado y la comunidad toda deben desarrollar estrategias y políticas para que las mujeres no sigan cargando con el peso de un trabajo que no se paga y que no les permite ser autónomas económicamente.
 
A comienzos de julio, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) presentó una encuesta sobre el tiempo que varones y mujeres de todo el país le dedican al “trabajo doméstico no remunerado”, considerando en esta categoría a tres tipos de actividades: quehaceres domésticos, apoyo escolar y cuidado de personas (ancianos o niños).
La “Encuesta sobre trabajo no remunerado y uso del tiempo”, fue realizada durante el último trimestre de 2013. Es la primera en su tipo, hubo encuestas parciales de uso del tiempo en la ciudad de Buenos Aire y Rosario, pero no con la envergadura de la cobertura nacional: el estudio recoge respuestas de más de 65 mil personas, representativas de un universo de 26 millones de mayores de eda, d residentes en hogares de localidades con dos mil o más habitantes de todo el país,
Los resultaron no sorprendieron, son similares a los que se vienen dando en los 19 países de América Latina que las realizaron, desde 1985 a la actualidad
Como en ellas, en esta encuesta se evidenció que en promedio las mujeres dedican el doble de tipo que los varones a las tareas de cuidado.
El 88,9 por ciento de las mujeres encuestadas realiza trabajo doméstico no remunerado, contra el 57,9 por ciento de los varones, arrojó la encuesta.
Las que más se responsabilizan por estas tareas son las mujeres de entre 30 y 59, es decir, aquellas que se encuentran en sus años económicamente más activos. 
Entre los varones, sólo los separados o divorciados toman a su cargo el trabajo doméstico de sus hogares, aunque aun en esos casos lo hacen con moderación: dedican la mitad del tiempo que las mujeres en su misma situación.
 
Incipientes cambios en las empresas
 
Unas semanas antes se había presentado la investigación ¿Cómo se cuida en Argentina? Definiciones y experiencias sobre el cuidado de niños y niñas, de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC), el Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (Ciepp) y el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA).
Se trata de un trabajo muy amplio que desmenuza el concepto de políticas de cuidado y aborda las responsabilidades de cada uno de los actores –más allá de las mujeres y las familias- que deberían estar elaborando políticas en este sentido: los Estados, las empresas, los sindicatos, el ámbito comunitario.
En relación al ámbito del empleo privado, el informe dice que está comprobado que las políticas de conciliación entre el trabajo y la familia “aumentan la capacidad de trabajo de las personas y, de este modo, la productividad de la empresa (por ejemplo: las empresas consultadas destacan que la flexibilidad horaria y el teletrabajo son las opciones más valoradas por el personal, tanto varones como mujeres)”. 
La ley de contrato de trabajo Nº20744 rige el empleo privado y establece un piso mínimo de protección de derechos para los trabajadores y trabajadoras “que puede ser ampliado por los diversos convenios colectivos de trabajo de cada sector”, dicen las autoras. Otorga una licencia por maternidad de 45 días antes y 45 después y una de paternidad de 2 días. La posibilidad de una licencia sin goce de sueldo de 3 a 6 meses posterior a la de maternidad. Reducción horaria para madres lactantes para el primer año (dos momentos de media hora por día), indemnización para el caso de despido de una mujer embarazada.
Obliga también a dar servicio de guardería o a dar un monto de dinero hasta los 6 años.
Cuánto se cumple esta ley y cuán suficiente es, son algunos aspectos relevados por en la investigación La organización social del cuidado de niños y niñas: elementos para la construcción de una agenda de cuidados en Argentina de Corina Rodríguez Enríquez y Laura Pautassi. 
Se trata de una investigación diagnóstica exhaustiva sobre el cuidado en el país. En el capítulo dedicado a las acciones de conciliación a nivel de las empresas, señalan las políticas llevadas adelante por algunas compañías. 
Por un lado, están aquellas que amplían derechos y obligaciones legales, en relación a: 
Maternidad: en un laboratorio de productos medicinales, por ejemplo, quienes no toman excedencia luego de la licencia pueden trabajar medio día, o menos días por semana (durante tres meses), conservando el 100 por ciento del sueldo. “Las mujeres son más abiertas a estas cosas, sobre todo las que son madres. Cuando se implementó la licencia por maternidad, aquellas que eran grandes y no se la podían tomar igualmente estaban muy contentas. El que pasó por ese proceso sabe lo difícil que es volver cuando tu hijo tiene tres meses. La resistencia viene más por el lado de los hombres”, dijeron desde la empresa para la investigación.
Paternidad: un banco ofrece licencia de 10 días corridos (la ley nacional da 2 días); y un laboratorio, de 15 días. 
Guarderías: en una empresa elaboradora de bebidas, de 350 trabajadores/as, se otorga a las mujeres un subsidio importante de guardería hasta los cuatro años, que puede usarse para contratar a una persona que cuide a los hijos en la casa. Se está evaluando extender el subsidio a los trabajadores varones. 
Por otro lado, también las empresas desarrollan acciones que avanzan más allá del cumplimiento de la ley. En general avanzan en diversas variantes de “teletrabajo” y de “horarios flexibles”. “Respecto a lo que es madres o padres, nosotros tratamos de equilibrar, porque en un momento había muchas cosas que se pensaban sólo para las mamás. Pero la realidad es que hoy en día tenés modelos familiares de lo más diversos (del mismo género, familias ensambladas, familias con uno solo de los papás), con lo cual eso está bastante desdibujado de la versión tradicional. Nosotros tratamos que todas las poblaciones sientan que tienen beneficios que les impactan a ellos”, relata una empresa.
 
Pobreza de tiempo, pobreza de ingresos
 
Desde noviembre de 2012 cuatro agencias del Sistema de Naciones Unidas -el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), UNICEF, el Fondo de Población (UNFPA), junto con el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC)- vienen desarrollando un Ciclo de “Diálogos sobre Políticas de Cuidado en Argentina”. 
En esa línea se inserta la investigación “La Pobreza de Ingreso y Tiempo en Buenos Aires, Argentina. Un ejercicio de medición de la pobreza para el diseño de políticas públicas”, desarrollada por Valeria Esquivel para el PNUD y presentada en junio de este año. “En los hogares pobres de ingreso (LIMTIP), 16% de las mujeres no ocupadas son pobres de tiempo: ellas tienen unas cargas de cuidado tan elevadas – ya sea por la presencia de dependientes, o por la inequidad en la distribución por género de estas cargas al interior de los hogares – que presentan déficits de tiempo aún sin dedicarse, también, al trabajo remunerado. En el caso de estas mujeres, el exceso de trabajo no remunerado, la falta de ocupación y la pobreza de ingresos se combinan para ponerlas en una situación especialmente vulnerable”, dice Esquivel. 
El trabajo señala que es insuficiente para medir la pobreza considerar el acceso o no al empleo. Por eso propone incorporar la medida de Pobreza de Ingreso y Tiempo LIMTIP (por su sigla en inglés) como alternativa a la medición estándar de la pobreza. 
Esquivel tomó la Encuesta de Uso de Tiempo (EUT) de la ciudad de Buenos Aires del 2005, ya que no había otras investigaciones de este tipo al momento de realizar el análisis. 
En 2005 en la ciudad de Buenos Aires, el 6,2 por ciento de los hogares y el 8,8 de las personas eran pobres. “Sin embargo, la incorporación de los déficits de tiempo a la medición de la pobreza muestra que su efecto es sustancial: los hogares pobres prácticamente duplican su proporción, llegando al 11,1%, y las personas pobres alcanzan al 15,9% de la población. La incidencia de la pobreza por ingresos LIMTIP es aún más alta entre los niños, niñas y adolescentes, ya que alcanza al 27,8% de los mismos, cuando en términos oficiales solo lo eran el 15,6%”. 
Además observa que “la situación es particularmente acuciante para los hogares monoparentales con jefa mujer y presencia de menores, ya que son pobres el 27% de ellos”. 
Lo interesante de la aplicación de esta medición es que muestra claramente la relación entre no tener tiempo y no tener dinero, o como dice el informe: “A mayor incidencia de la pobreza de tiempo, mayores son las probabilidades de caer en la pobreza de ingresos”. 
También se observa que “la pobreza de tiempo de las mujeres ocupadas es muy alta, tanto entre las pobres (62%) como entre las no pobres (45%)”. Incluso un 16 por ciento de las mujeres pobres que no trabajan de manera remunerada, no tienen tiempo. 
El trabajo resalta también que la vulnerabilidad a la pobreza no tiene que ver solo con el desempleo sino con la necesidad de trabajo doméstico y de cuidados de esos hogares y la imposibilidad de generar ingresos para “comprarlos”, aún con personas trabajando de manera remunerada en esos hogares. Por ejemplo, entre los hogares ocupados, el 82% de los hogares de doble provisión (Jefe/a ocupado/a, cónyuge ocupado/a) son pobres de tiempo”. 
“Más notorio aún es el incremento de la pobreza de ingreso LIMTIP entre los hogares con esquemas de provisión tradicionales (Jefe/a ocupado/a, cónyuge no ocupado/a), cuya pobreza pasa de 11,1% a 18%. En estos hogares, la presencia de un miembro “disponible” para la realización del trabajo doméstico y de cuidados necesario no alcanza a eliminar los déficits de tiempo, sea porque quien está ocupado/a trabaja largas horas para generar los ingresos del hogar, sea porque quien no está ocupado/a tiene elevadas cargas de cuidado, o ambos. 
Incluso Esquivel aplicó una simulación que replica una situación de pleno empleo y observó que aún en ese caso, el déficit de tiempo no desaparece: “la pobreza de ingreso LIMTIP de “pleno empleo”, es decir, expandiendo las ocupaciones y los ingresos observados a las personas en capacidad de ocuparse, llega al 6,5% de los hogares y al 10% de las personas. Casi el 20% de los niños, niñas y adolescentes son pobres en esta configuración”.
En definitiva, es claro que el acceso al empleo hace a las familias más pobres de tiempo. La diferencia principal radica en que las familias pobres no pueden pagar los “sustitutos” para compensar la falta de tiempo con los nuevos ingresos. 
En resumen, la autora dice que “las políticas de empleo deben ir acompañadas de otras medidas, que permitan avanzar hacia la expansión del empleo decente, incluyendo salarios dignos, la regulación de la duración de la semana laboral estándar, y la adopción de otras medidas de protección social y de conciliación entre la vida 
laboral y familiar, como la provisión de servicios de cuidado infantil, que permitan reducir los déficits de tiempo que sufren algunos segmentos de la población y que los hacen más vulnerables a la pobreza”.