UNA VIDA DE HISTORIAS QUE VUELAN

Desde su nombre, dificilísimo de pronunciar en castellano, porque la letra ce suena como un click y se emite con un chasquido, los sonidos son algo muy vivo en Gcina Mhlope. Cuando habla, aunque no se entienda una palabra de lo que diga porque lo hace en inglés o en alguno de los idiomas de Sudáfrica –su país natal–, logra una especie de hipnosis en su público.

 

Además, canta con una voz sinuosa y potente, capaz de llenar un auditorio austero y silencioso, como fue el del Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti. Allí se presentó a mediados de abril invitada por la Sección de Estudios Interdisciplinarios de Asia y Africa de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y auspiciada por la Embajada de Su- dáfrica, para hablar de “La influencia del arte y la cultura en la transformación de Sudáfrica”. Pero lo que en realidad hizo fue hilar una historia tras otra para contar lo que ella hace en su país y por el mundo desde hace 33 años. Porque hay más, Gcina cuenta cuentos, los actúa y dramatiza. Escribe poemas y también los recita. Para niños y adultos, para todo aquel que se deje tentar por una buena historia.

Gcina también es reconocida en el mundo como activista política por luchar contra el apartheid, el sistema de segregación racial que rigió en Sudáfrica entre 1948 y 1992.

Por sus múltiples actividades recibió varios premios en el mundo entero y fue traducida a todos los idiomas de Sudáfrica y también al italiano, alemán y al francés, entre otros.

Dice que todo se lo debe a su abuela, que siempre le contaba historias y le permitió volar.

Fuente: Página/12