UNA BATALLA CULTURAL PARA REDUCIR LA BRECHA

La Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana realizó un encuentro entre comunicadores, hombres y mujeres del Cono Sur, donde se trató la necesidad de expandir fronteras tecnológicas mediante la inclusión y rompiendo estereotipos.
Por Sonia Santoro
 
“La brecha digital en realidad es brecha social”, dijo la comunicadora Dafne Plou, plasmando en una frase la primera jornada del seminario “Más derechos, menos brechas: ampliando fronteras hacia la democratización”. “La batalla sigue siendo tal cultural como hace 30 años”, agregó Lilian Celiberti, feminista uruguaya, en otra síntesis tan justa como la primera, en un encuentro entre comunicadores, hombres y mujeres del Cono Sur, en donde se reflexionó sobre la necesidad de que la tecnología también sea incluyente.
 
El seminario fue organizado por la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana, una ONG que viene trabajando hace 50 años en esta línea. Y cuyo trabajo más visible, por lo menos en nuestro país, es el Monitoreo Global de Medios, que cada cinco años, y siguiendo con las pautas trazadas en la Conferencia de la Mujer de Beijing (1995), registra y analiza cómo los medios de comunicación tratan a las mujeres en más de cien países de todo el mundo. Como plasmó Dennis Smith, presidente Mundial de la WACC, en la apertura, la misión es “comunicación para todos y todas”. Cuestiones urgentes de justicia e igualdad siguen pendientes en todo el mundo a pesar de los avances tecnológicos y la globalización. “A pesar del potencial de los medios sociales, un grupo pequeño de medios poderosos sigue determinando cuáles son las voces escuchadas. De esa forma crean opinión pública moviendo al público hacia la guerra o hacia la paz”, dijo Smith, instando al periodismo a visibilizar las preocupaciones de las y los excluidos.
 
“Los derechos a la comunicación plantean que la esfera pública debe ofrecer a todos la posibilidad de participar y acceder a la información y al conocimiento necesario para fortalecer la democracia y la transparencia en la gestión pública, entre otras cosas”, agregó. También recordó que los derechos a la comunicación insisten en asegurar la presencia de una diversidad de identidades culturales que promuevan el bien común. La experta María Teresa Aveggio remarcó el momento histórico que está atravesando la región: “América latina está viviendo un proceso muy interesante en el derecho a la comunicación. Hace 20 o 30 años era impensable que la comunicación fuera un derecho y que los seres humanos tuvieran derecho a ella. En nuestro continente nació este concepto como algo de la empresa privada. Los cambios en los últimos años auguran un futuro bueno”. En términos de comunicación, América latina se ha convertido en un “laboratorio para experiencias distintas y de esperanza”.
 
La discapacidad en los medios
 
“No hay comunicación sin compromiso de inclusión. Hay que incorporar los sujetos diversos en nuestra comunidad. Uno de esos sectores son las personas con discapacidad”, dijo Luis Aguirre, presidente regional de la WACC de América latina, desde La Paz, Bolivia.
 
Justamente en el panel central de apertura estuvo sentada Verónica González, columnista sobre personas con discapacidad en Visión 7 desde 2010. “Antes la discapacidad era una cuestión médica y la persona se tenía que adaptar al entorno hostil. Ahora también se pone el foco en las barreras del entorno para ejercer los derechos más allá de la deficiencia que existe”, planteó. “Cuando hablamos de accesibilidad, pensamos en la rampa, pero también tiene que ver con el acceso a la información. No es sólo que haya Braille o lengua de señas, sino que tiene que ser simplificado para que lo puedan entender las personas con discapacidad intelectual, que no comprenden el lenguaje abstracto”.
 
González dijo que hay que ofrecer formas de asistencia a las nuevas tecnologías para asegurar el acceso a la información. “Con el acceso a Internet no resolvemos todo. La mayoría de las páginas web tiene mucho flash o gráficos no etiquetados que nos complica mucho a las personas con discapacidad visual. Esto es porque tampoco está en el interés de las empresas y los medios de tener en cuenta a este público”. Aunque como plantea la Convención por los Derechos de las Personas con Discapacidad, de Naciones Unidas, ratificada en 2008 por la Argentina, las obligaciones no sólo son de los Estados, sino también de las empresas.
 
En relación con la accesibilidad, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual contempla la interpretación en lenguaje de señas, subtitulado, audiodescripción para personas con discapacidad visual: relato de cuestiones visuales. Esto último, “nos ayuda sobre todo en las películas porque no tenemos que estar con alguien al lado contándole todo lo que pasa”, explicó González.
 
Para que la información sea accesible, hay barreras tecnológicas: son programas muy costosos, por ejemplo, o hay tecnología que no está adaptada. Sin embargo, remarcó González, las barreras más difíciles de erradicar son las sociales:
 
– Hay escasa formación en discapacidad (el tratamiento en los medios suele ser amarillo).
 
– Infantilización: se ven muchas notas en la que se habla con los padres y el terapeuta, y la persona con discapacidad está ausente, por ejemplo.
 
“El desconocimiento, las faltas de ganas de conocer, preconceptos, prejuicios; la subestimación es grave y viene muchas veces del mismo entorno familiar. Eso es difícil de revertir, si uno tiene carácter sale, y si no, se queda en que es una pobre persona con discapacidad”.
 
Tecnofóbicas
 
El otro gran tema en relación con la desigualdad de acceso a las tecnologías es el de las mujeres. Lo puso en escena Vera Vieira, periodista con un doctorado en Comunicación, de Brasil. En un país de 190 millones de habitantes como nuestro vecino, hay 105 millones de internautas. Es el quinto país más conectado. Veintisiete millones tienen banda ancha y hay 100 millones de computadoras en el país, según datos de Ibope de 2012.
 
Según la investigación TIC Domicilios (Cetic) de 2010, señaló Vieira, hay paridad en el acceso de hombres y mujeres a las tecnologías pero hay diferencias: los hombres actualizan más blogs y sitios, participan más en foros y grupos de discusión, y mucho más en la producción de tecnología, software y hardware. Por eso dijo que las mujeres necesitan políticas públicas y formación en nuevas tecnologías.
 
Los objetivos específicos son los que se vienen repitiendo desde la Conferencia de Beijing al presente en cuanto espacio para pensar la relación entre mujeres y medios: promover una imagen no estereotipada de las mujeres, valorizando la diversidad, promoviendo iniciativas de producción cultural de mujeres sobre mujeres, contribuyendo para el debate del marco regulatorio del sistema de comunicación.
 
“Las barreras culturales de género impiden que las mujeres participen plenamente del mundo de la tecnología, incurriendo en los que se denomina tecnofobia. Los programas de aprendizaje deben estar diseñados para las mujeres como usuarias, técnicas, formuladoras de políticas y agentes de transformación”, dijo Vieira. Ella está convencida de que los medios digitales pueden “reconfigurar las imágenes de las mujeres”. Rescató los aspectos positivos de la movilización en la red, con la que se logró frenar el aumento del pasaje en colectivo: una “victoria histórica” de la población brasileña. También recordó las cuestiones negativas. Mostró una imagen de una chica golpeada con la frase “esta perra no sabe cuándo callarse. ¿Y vos?” que se viralizó por la red. “Esto trae una discusión de hace 30 años. Lo que aparece en Internet antes aparecía en revistas. Hoy es viralizado y en forma digital accede a un público mayor”, apuntó Celiberti, de la organización Cotidiano Mujer, y llamó a “no hacer un marco absolutamente regulatorio, pero no habilitar tampoco a que esta violencia simbólica se multiplique en las redes”.
 
Finalmente pidió a las organizaciones sociales de mujeres que hablen para el público en general: “Si hablamos para nosotras mismas, no es real”.