LA CONEXIÓN FEMENINA

 
Hoy sí puedo decir que he vivido a plenitud el libro de Marcela Serrano “Nosotras que nos queremos tanto”.  
 
Por Sandra Moreno, desde Bilbao, España
Compré en una feria de libros de segunda mano la obra de la escritora chilena, quien de una forma magistral me invitaría, en mi calidad de lectora, a unirme al grupo de cuatro amigas que se encontraron en la casa del lago a pasar unos días. A medida que leía me enteraba de cómo se construye la relación entre las mujeres a pesar de las diferencias políticas, económicas, culturales y a la vez recibía el regalo de conocer el proceso político de Chile, pero desde la visión femenina.   
Es la primera novela de Marcela Serrano. La escribió en 1991 y recibió el premio a la mejor novela latinoamericana escrita por una mujer. Confieso el influjo del sentimiento que embargaba a las protagonistas del texto, cuando hace unos días recibí en Bilbao, España, a Yvonne Berardi, mi fotógrafa alemana favorita y una gran amiga entrañable que conozco desde 1993. Hace tiempo superamos las barreras físicas y mentales que podían separarnos, y decidimos ser compañeras en la aventura del vivir.
Yvonne me dio una postal turca con tres mujeres departiendo alrededor del té, antes de partir. En la parte de atrás escribió: “…tan galán, como las señoras, me siento en tu casa y en tu compañía…”
Así resumía las horas que habíamos compartido. Guardé silencio, la miré y sonreímos. Solo nos hicimos compañía, respetando la agenda de cada una y los respectivos espacios, pero también intuyendo lo que la otra deseaba. Por supuesto, todo endulzado con la alegría de las bromas y los paseos, siendo niñas de nuevo. Caía un fuerte aguacero al despedirnos, pero un calor especial envolvía nuestro abrazo que encerraba un “hasta pronto”.
Al día siguiente, el autobús me llevaba a Madrid, donde reside Inma con su familia. Llevamos 21 años fraguando la relación que nos une. Ella vive actualmente un giro radical en su agenda laboral y quería verla, ya que yo también ando rearmando el rompecabezas profesional. Su piso es como una enorme caja de sorpresas, cuyas partes cambian de repente gracias a la creatividad de su pareja, Jaime; sus dos hijas, Rosario e Inma, y ni que decir de la imaginación de mi querida amiga. 
 En ese ambiente mágico, de hadas de cuentos, ayudaba a Inma hija a estudiar las tablas de matemática o las diferencias entre las hojas caducas o perennes. Rosario aportaba los minutos de descanso con el libro sobre Mafalda que nos leía embelesada. Inma madre estaba pendiente de las tres chicas, y era la encargada de que se cumplieran los horarios de las comidas, los baños y el irse a la cama a dormir.
Y mientras Morfeo hacía su trabajo con las pequeñas, la tertulia de los adultos se inauguraba. Se fundían en la plática la sin razón de la violencia, los truhanes de la crisis económica, la  desesperanza que parece una peste que nos quieren hasta inyectar en la sangre y los nuevos sueños. Estos surgen con fuerza en el horizonte y sugieren a explorar tierras o espacios desconocidos o tal vez no tanto, gracias a la información que nos llega con las nuevas tecnologías, y que simplemente están esperando que les demos el “sí quiero”. 
Me viene entonces a la mente la frase de la estadounidense Hellen Keller (1880-1968), escritora y educadora sorda y ciega, quien afirmaba que “nunca se debe gatear cuando se tiene el impulso de volar”.
-¿Qué deseas hacer?-, preguntó Inma, después de dejar a las niñas en la escuela.
-Pasear por el barrio donde viví en 1992 y ver la exposición de Dalí en el museo Reina Sofía-, respondí sin dudar.
Dicho y hecho. Con ese escenario de fondo, les confieso, que estas dos amigas abrieron de nuevo sus almas a la otra. Fue el momento de oírnos, de hablar de lo que nos inquieta y de preguntar por x solución a lo que nos pasa. El tiempo transcurrió sin darnos cuenta y cuando hubo que partir, iba contenta porque supimos disfrutar de cada instante.  
Desde que leí a Marcela Serrano sé que crecí como mujer. También sé apreciar mejor el tiempo con mis amigas, y sé que en épocas de crisis es un bálsamo sentarse hasta debajo de la sombra de un árbol y escuchar a la compañera, porque ella te dará un regalo que no tiene precio: ser tu cómplice en el devenir de la vida.
 
Crédito foto: Maylo Colina.