«EL PRESTIGIO SIGUE SIENDO MASCULINO»

Cuenta que en España el 85 por ciento de los autores, editores, críticos o premiados son hombres. Creó una organización para poner en debate esa desigualdad. En su paso por Buenos Aires, explicó a Página/12 cómo revertir una situación que también ocurre aquí.
 
 
Por Sonia Santoro
Foto: Sandra Cartasso
El predominio masculino en el mundo de la cultura española es un hecho. Son más hombres los que publican, los premiados, los que critican, los que escriben y los que dirigen instituciones culturales. La proporción es de un 85 por ciento contra un 15 de mujeres. A esa conclusión llegó la escritora española Laura Freixas después de haber estudiado el tema e impulsado una asociación civil para ocuparse de ello. Lo peor es que, por supuesto, España no es la excepción.
 
Laura Freixas nació en Barcelona en 1958. Estuvo en Buenos Aires para participar de 20º Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura que organiza la Fundación Mempo Giardinelli. También dictó un curso sobre el diario íntimo en el Centro Cultural de España en Buenos Aires.
 
Como escritora se dio a conocer en 1988 con la colección de relatos El asesino en la muñeca. También publicó novelas. Sus obras más recientes –Una vida subterránea. Diario 1991-1994 (2013) y El silencio de las madres y otras reflexiones sobre las mujeres y la cultura (2015)– reflejan sus dos grandes vertientes de trabajo: el estudio y desarrollo del diario íntimo; así como el análisis y promoción de la literatura escrita por mujeres, y su papel en la cultura.
 
–¿Cómo surge su interés por el género y la cultura?
 
–Vengo de una familia muy lectora, sobre todo mi madre. Yo estudié en el Liceo Francés y a través del Liceo y de las lecturas de mi madre me fui internando en la literatura. La cultura y la literatura francesa eran como una puerta abierta a un mundo más libre, más creativo, más divertido, más emocionante. Porque la España franquista era muy aburrida, todo estaba censurado. Desde siempre tuvo que ver con el género porque mi madre era y es muy feminista. Y por otra parte porque, como ha dicho una escritora española, de pequeña yo creía que los hombres viven y las mujeres leen. Y en mi familia era lo mismo. Mi padre hacía mil cosas, era empresario, hacía vuelos sin motor, hacía submarinismo, esquiaba. Y mi madre, limitada por la condición femenina de esa época, no hacía ninguna de esas cosas. Una condición femenina tan interiorizada que se traducía en miedos: miedo a los coches… jamás hubiera hecho submarinismo… pero leía. Entonces para mí la lectura está asociada a ser mujer. A vivir lo que no podías vivir en la realidad. Y para mí la literatura fue un refugio desde siempre. Pero corregí esa actitud de mi madre con una actitud más activa y más emprendedora.
 
Freixas estudió Derecho, un poco por presión familiar (“mis padres no me tomaban en serio cuando decía que quería ser escritora”) y otro poco porque España estaba muy politizada después de la muerte de Franco y durante un tiempo pensó que se iba a dedicar a la política. Sin embargo nunca ejerció. Trabajó en una agencia literaria, fue profesora de español en una universidad inglesa. Vivió en Inglaterra. Volvió a Barcelona y fundó y dirigió de 1987 a 1994 la colección literaria El espejo de tinta, de la editorial Grijalbo, donde publicó por primera vez en España a Amos Oz y Elfriede Jelinek, entre otros autores. También tradujo los diarios de Virginia Woolf y de André Gide.
 
En su paso por Buenos Aires, también presentó en el Centro Cultural Tierra Violeta, Clásicas y Modernas, una asociación creada por mujeres profesionales de la literatura, el periodismo, la música, el teatro, el cine, la cultura en todas sus manifestaciones con el objetivo de extender el concepto de paridad como criterio cultural.
 
–¿Cómo surge la asociación?
 
–Nace en Madrid en 2009. Es una de las varias asociaciones que han nacido en España y en otros países en los últimos diez o quince años por la igualdad en la cultura. Muchas mujeres del mundo de la cultura creíamos que la igualdad era solo cuestión de tiempo, ahora que el principio de igualdad es reconocido política y jurídicamente, y que se ha resuelto el otro problema que es que las mujeres tenían menos estudios que los hombres –ahora de hecho tienen más: desde los años 90 hay más licenciadas que licenciados en España y otros países como Estados Unidos–. Entonces creíamos que la igualdad iba a venir por sí sola y con gran desilusión nos hemos dado cuenta de que en absoluto, que hay incluso mayoría femenina en la base de la pirámide, es decir, entre el público e incluso entre licenciados y licenciadas en carreras humanísticas y artísticas, pero la cima de la pirámide, es decir, la autoría, la autoridad, el poder, el prestigio siguen siendo absolutamente masculinos, en una proporción de un 85 por ciento en el caso de España.
 
–Es impresionante.
 
–Sí. Y además no hay avances. Hay altibajos pero no hay un avance sostenido. Yo lo he estudiado en ejemplos concretos como los premios literarios. Por ejemplo en los premios literarios españoles la proporción de ganadoras era mayor en la década de los 50 que en la década de los 70 (ver aparte).
 
–¿Qué hacen desde la asociación?
 
–Hacemos investigación para poder demostrar lo que ya vemos o intuimos con cifras. Estudiamos la proporción de hombres y mujeres en programaciones culturales, etc. Organizamos conferencias, mesas redondas para reflexionar sobre esto. Escribimos a la Real Academia, a los jurados de los premios, haciéndoles notar esto. Presentamos quejas a la Defensoría del Pueblo por la falta de aplicación de la ley de igualdad que se refiere a la cultura; es decir hay una ley que exige que las programaciones culturales de las instituciones que pagamos todas y todos beneficie a todas y todos y esto no se cumple. Y luego hacemos propuestas de actividades, de ciclos de exposiciones, etc. Para llevar a instituciones. La verdad es que estamos muy contentas porque encontramos resistencias pero también mucha receptividad. Es un movimiento que está en muchos países.
 
–En general se asocia el mundo de la cultura a las mujeres… ¿es una falacia?
 
–Sí. En la crítica, por ejemplo, hay muy poco. Uno de los estudios que hemos hecho es tomar los suplementos culturales de los cuatro diarios españoles, analizarlos durante un mes, o sea, cuatro números, y ver la proporción de obras de mujeres que son reseñadas y ver la proporción entre los críticos. Y siempre la proporción es más o menos la misma: 8515 por ciento; el 85 por ciento de los libros que se reseñan son hombres, y el 85 por ciento de los críticos son hombres.
 
–Además de esa ley, ¿hay políticas para tratar de cambiar esto?
 
–Sí. Hay una ley de igualdad aprobada en 2007 por el gobierno socialista de Zapatero, que tiene un artículo relativo a cultura, aplicable a las instituciones culturales públicas. Lo que pasa es que el gobierno actual no tiene ninguna voluntad de aplicar las leyes de igualdad, ni ésta ni la de violencia.
 
–Retrocedieron con la crisis.
 
–Claro. La crisis, en este como en otras cosas, es un pretexto para un cambio de política. Porque en fin, que haya crisis no debería ser un motivo suficiente para bajar la guardia en cuanto a feminicidios, habiendo la cantidad de asesinatos horrorosos que hay. La crisis nunca fue un pretexto para dejar de luchar contra el terrorismo; sin embargo, contra el terrorismo machista pues… Entonces se rebajan los presupuestos y además no hay voluntad política de aplicar las leyes de igualdad.
 
–¿Y acá cómo encontró el panorama?
 
–Hemos tenido contacto con dramaturgas, editoras, psicoanalista. Hubo mucho interés. A primera vista la situación es la misma aquí, pero haría falta que alguien lo estudiara.
 
–Dictó un taller sobre el diario íntimo, un género en el que encontró que escriben más las mujeres y publican mucho menos. ¿Cómo se inicia su interés por el diario íntimo?
 
–El interés viene de que en un diario se pueden expresar cosas que no se pueden expresar en otros géneros más condicionados por unas reglas. Solo en el diario se expresan dudas, contradicciones. Es como un laboratorio en el que se prueban cosas que a veces van a tener mucho futuro y otras veces no, pero es un laboratorio de innovación. Además por el hecho de no estar destinados inmediatamente a la publicación permite una sinceridad que otros géneros no permiten, permite ir en contra del discurso dominante.
 
–También permite el autoconocimiento.
 
–Permite una libertad que da el hecho de no estar vigilado por el público. Por eso es una gran pérdida la pérdida del diario íntimo o de la intimidad del diario; el blog no es lo mismo en absoluto.