EL DESPERTAR DE LAS MUJERES CONGOLEÑAS

En el documental Msilale Wanawake (¡Despertad, mujeres!) se retrata la resistencia de las congoleñas en medio de la guerra de los grupos armados por el control de las minas del coltán.
 
Por Sandra Moreno, desde Bilbao, España.
La República Democrática del Congo, en África, es el peor lugar del mundo para ser mujer. A esa conclusión llegó un equipo de la BBC de Londres, luego de trabajar en ese  país con las periodistas de la Asociación de Mujeres de Medios (AFEM), en la región de Kivu Sur, donde se concentran las minas del coltán con el 80% de las reservas de este valioso mineral, indispensable en la fabricación de teléfonos móviles y otros aparatos informáticos.
La ironía es que el coltán en vez de ser una fuente de felicidad para la población, se ha convertido en un botín que es peleado por diversos grupos armados, financiados por las multinacionales de la industria de las nuevas tecnologías.  Una de las consecuencias es el feminicidio congoleño, puesto en la escena mundial por AFEM y denunciado en su tierra a través de los programas de radio que elaboran con una red de corresponsales autodidactas que cuentan “el horror de las víctimas de las violaciones”, explica Elisa García, antropóloga especializada en estudios de paz y medios de comunicación. “Más de medio millón de mujeres han sido violadas en las últimas dos décadas en el Congo”.
Elisa era una de las ponentes en las Jornadas Internacionales Género, Comunicación y Construcción de Paz en África, celebradas en Bilbao el pasado 7 y 8 de noviembre. La actividad fue organizada por el Comité Vasco del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), cuyo personal realizó el documental Msilale Wanawake (¡Despertad, mujeres!), presentado el primer día del evento.
El público tuvo la oportunidad de escuchar a las mujeres de Kivu Sur. “Sus voces fueron tan claras y directas que decidimos dejarlas ser”, expresa Greta Frankenfeld, de ACNUR. “Ellas son casi propiedad de sus maridos y en condiciones duras, luchan por sus familias. Están solas porque sus maridos se encuentran en la guerra. Tampoco tienen derecho a hablar”. Y de ahí el uso de la primera persona en el documental, donde los rostros de las congoleñas expresan dolor, fuerza, pero también la esperanza de un futuro mejor y, tal vez, entonces sea posible hacer realidad el sueño de ser “taxista, estudiar, vender motos…”.
Por hoy se conforman con resistir y avanzar cada día, ya que los enfrentamientos armados provocan saqueos, secuestros, violaciones y asesinatos. ACNUR reporta casi 3 millones de personas afectadas por el conflicto tanto en el Congo como en las fronteras de Ruanda y Burundi.  El 80 por ciento son mujeres, niños y niñas.  Y según datos de las Naciones Unidas, dos de cada tres mujeres han sido violadas en las provincias de Kivu Sur y Kivu Norte, donde persisten los abusos de los grupos armados sobre la población Civil.
Las periodistas de AFEM trabajan sin parar. Su misión es denunciar los crímenes a través de sus programas: “vamos  a hacer mucho ruido en la radio, porque queremos la paz en el Congo”. Y Noelle Mumbumbu, representante congoleña en las Jornadas, recuerda que “son los hombres los que comienzan los problemas de la guerra, y quienes pagan las consecuencias son las mujeres con sus hijos e hijas”.
 
Pie de foto: Noelle Mumbumbu, del Congo, y Greta Frankenfeld, del Comité Vasco de ACNUR.